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A un año del inicio de la pandemia, y a un año de vivir encerrados, cuidándonos, al borde de la paranoia y adecuandonos a la nueva forma de interactuar en sociedad, dejo una pregunta, que yo responderé en líneas abajo desde mi perspectiva. ¿En qué momento dejamos de llamar “nueva normalidad” a esta realidad que estamos viviendo?

A mi parecer, entre mascarillas, enterizos protectores de ropa, escudos faciales y litros de gel antibacterial, empresas afectadas, quebradas y reinventadas, es hora que empecemos a dejar de decirle “la nueva normalidad”. Es que hoy por hoy ya nada de lo que antes hacíamos es algo normal, lo normal ahora es lo mencionado previamente. Hay personas que se niegan a creer que es lo que nos toca vivir y quieren “regresar”. Pues más que comprensible si la vida que vivías era de ir de reunión en reunión, estrechar manos y evitar estar contigo mismo. Nada de malo.

Es aquí donde ya entra la conciencia social. Si uno se cuida no solo es por uno mismo, si no por aquellos que están a su alrededor. Una salida con amigos, a comer o beber. Una reunión de negocios, una conferencia o un encuentro de negociación. Todas aquellas cosas significan un riesgo. Algunos deben seguir haciéndolo para llevar la comida a sus mesas. Otros, pueden apalancarse en la tecnología que tienen en la palma de sus manos, como por whatsapp, zoom, meet, trello, instagram o aquella plataforma que prefieran.

Si bien la vacuna ya es una realidad, ella no quiere decir que las personas van a dejar de contagiarse, de morir, o de tener secuelas graves. Lo que ella va a permitir es que se pueda socializar un poco más para que la vida sea menos una carrera de obstáculos, si no que sea una carrera de resistencia.

Con la vacuna no se puede bajar la guardia, un ejemplo de ello es Chile, que en las últimas 2 semanas luego que un porcentaje de la población, al tener ambas dosis de la vacuna, decidió que eso era suficiente para dejar de tener cuidados y volver a la “normalidad”.

Si “normalidad” ya que la realidad es que, como mencioné antes, podemos tener vacunas, pero no estar libres del virus que nos aqueja a todo el mundo. Debemos aprender que, los derechos de una persona terminan donde empiezan los derechos de otra. Si con acciones irresponsables podemos afectar a nuestros seres queridos, e incluso quitarles la vida, por cariño y por compasión, tomemos conciencia y cuidémonos.

Esta vez, veamos lo social detrás de los negocios. No todo lo que brilla es oro. Y una población con salud, nos lleva a poder levantarnos luego de un gran resbalón.

Y ustedes, ¿cuándo creen que debemos dejarla de llamar “nueva normalidad”?